Lesión del ligamento colateral interno: síntomas y tratamiento
Las articulaciones son un actor crucial en la estabilidad y el movimiento de todo el cuerpo, y cualquier lesión relacionada con ellas puede tener repercusiones significativas en nuestra calidad de vida. Hoy en concreto queremos hablarte de la lesión de ligamento colateral interno, una de las lesiones más frecuentes tras un traumatismo de rodilla. En este post veremos de qué tipo de lesión estamos hablando, te ayudaremos a identificar síntomas y hablaremos de los posibles tratamientos disponibles para este tipo de lesión.
¡Vamos a ello!
¿Qué es el ligamento colateral interno?
El ligamento colateral interno, también conocido como ligamento medial, es un cordón fibroso que se encuentra en la rodilla y que hace de conexión entre el fémur y la tibia.
En realidad no se trata de un solo ligamento, más bien es un complejo de ligamentos formado por el ligamento colateral medial, y el ligamento obicluo posterior.
Su posición -está ubicado en la parte interna de la rodilla- le confiere una tarea importantísima: mantener la estabilidad de la articulación y controlar su movimiento lateral. Su función es impedir que la rodilla se vaya hacia dentro cuando estamos apoyando la pierna.
¿Por qué se producen las lesiones del ligamento colateral interno?
Como comentábamos en el anterior apartado, una de las funciones del ligamento colateral interno es impedir que la rodilla colapse hacia dentro al cargar peso en una pierna.
Normalmente este ligamento se lesiona de dos maneras distintas.
-A causa de un traumatismo directo en la parte lateral de la rodilla (una patada, por ejemplo). Esto hace que la rodilla sufra un movimiento brusco de apartura interna, con el consecuente daño al ligamento.
–A causa de un giro brusco de rodilla con el pie fijo. En este segundo caso, se suelen producir las lesiones más graves donde se daña más el ligamento.
Señales que pueden indicar que tienes una lesión del ligamento colateral interno
Los síntomas de una lesión pueden variar muchísimo, y algunos de ellos también son comunes en otras patologías. De todos modos, pasemos a ver cuáles son los indicadores más comunes para este tipo de lesión:
–Dolor en la parte interna de la rodilla (puede ser dolor agudo o constante según la gravedad de la lesión).
–Hinchazón en la rodilla lesionada. También puede volverse sensible al tacto.
–Puedes notar que tu rodilla está un poco inestable, dificultando el soporte de peso y movimientos normales.
–Movimiento limitado. Puedes notar dolor al doblar o estirar la pierna, incluso resultando en una restricción de la amplitud del movimiento.
–Ruidos anormales, como crujidos o chasquidos, al mover la rodilla lesionada.
¿Cómo diagnosticamos este tipo de lesión en Artrocare?
En la primera etapa es importante que conozcamos tu historia clínica y tu patología de rodilla para saber exactamente qué ha ocurrido y tener el mayor número de detalles posibles para poder planificar los siguientes pasos.
Una vez conozcamos tu historia y cómo te has lesionado, procederemos a realizar una exploración física completa de la rodilla. Durante la exploración haremos una valoración de la movilidad, estado, y revisaremos si hay presencia de líquido intraarticular (normalmente aparece después de un traumatismo en las lesiones ligamentosas).
Además de la exploración física manual, es posible que realicemos varias pruebas complementarias:
-Radiografía simple para descartar lesiones óseas.
-Resonancia magnética (es importante hacerla durante las primeras semanas de la lesión para que el diagnóstico sea más fiable).
-Radiografías en estrés: se realiza una radiografía a la vez que se hace maniobrar la rodilla. Normalmente se hace en la pierna lesionada y en la sana para comparar ambos resultados. Este tipo de radiografía se suele reservar para aquellos casos en que hay algún tipo de duda sobre el diagnóstico de la lesión.
Tratamientos para la lesión del ligamento colateral interno
Cuando tratamos lesiones del ligamento colateral interno, solemos explorar dos enfoques distintos, el conservador y el quirúrgico.
Entre los tratamientos conservadores nos encontramos con:
–Descanso y elevación para ayudar a reducir la inflamación y promover la curación.
–Compresión y frío: utilizar vendajes de compresión y aplicar hielo puede reducir la hinchazón y aliviar el dolor.
–Fisioterapia: con ejercicios específicos conseguimos fortalecer la musculatura circundante y mejorar la estabilidad de la rodilla.
-Inmovilización: sólo en algunos casos se usa férula para limitar movimientos indeseados. La inmovilización tiene efectos negativos, como la pérdida de masa muscular y la rigidez articular, es por ello que sólo se contempla en ciertos casos.
Normalmente, durante las primeras semanas, también es necesario disminuir la carga sobre la pierna afectada. Al reintroducir la carga, lo más adecuado es hacerlo con una rodillera articulada que nos ayude a retomar la movilidad normal de una forma más paulatina y conservadora.
El tratamiento conservador suele oscilar entre 6 y 12 semanas, en función del grado de la lesión.
Si la lesión no se puede tratar con tratamiento conservador debido a su gravedad o características, podemos optar por el tratamiento quirúrgico. A veces también se usa este tratamiento si el tratamiento conservador ha fracasado.
Hay varias técnicas de reparación, y las más utilizadas son las reconstrucciones anatómicas con plastia de donante. Para estar cirurgías de reparación, se emplean técnicas mínimamente invasivas para poder restaurar la funcionalidad y la estabilidad de la rodilla.
Tras la cirugía, se empieza un programa de rehabilitación para que el paciente pueda recuperar la fuerza y la movilidad de la rodilla. Toda la fase de rehabilitación es importantísima porque afectará directamente en el resultado final.
En el caso de la cirugía, los plazos de recuperación son muy variables, dependiendo de las lesiones que se hayan tratado, pero normalmente van de los 6 meses al año.
Como has podido comprobar a lo largo de post, el ligamento colateral interno -a menudo ignorado- es vital para la salud de la rodilla.
Comprender su papel en nuestro cuerpo, reconocer los síntomas de la posible lesión, y conocer opciones de tratamiento es esencial para una recuperación eficiente.
Ya sea a través de tratamientos conservadores o cirugía, el objetivo siempre es restaurar la funcionalidad y mejorar la calidad de vida del paciente.
Si crees que puedes tener algún tipo de lesión, lo más importante es que te diagnostiquen lo antes posible para asegurarte una recuperación total y exitosa.
En caso de necesitar a un buen equipo de traumatólogos, estaremos encantados de ayudarte y acompañarte en tu proceso de recuperación.