Ligamento cruzado anterior en mujeres: por qué se rompe más y cómo prevenirlo

Si practicas deporte o llevas una vida activa, seguramente has escuchado hablar de la temida lesión del Ligamento Cruzado Anterior (LCA). Es una de las lesiones más frecuentes en rodilla y, además, una de las que requiere una rehabilitación más exigente.

Pero hay un dato que preocupa especialmente: las mujeres tienen entre 2 y 8 veces más probabilidades de sufrir una rotura del LCA que los hombres. Esta diferencia no es casualidad; responde a una combinación de factores anatómicos, hormonales y biomecánicos que hoy conocemos mejor que nunca.

En este artículo te explicamos por qué ocurre, cómo prevenirlo y qué opciones existen si ya ha habido una rotura.

 

Qué es el ligamento cruzado anterior y qué papel tiene en la rodilla

El LCA es un ligamento clave que conecta el fémur con la tibia a través de un trayecto oblicuo. Parece pequeño, pero su rol es fundamental para la estabilidad de la rodilla.

Función del LCA en la estabilidad de la rodilla

Su función principal es actuar como estabilizador primario de la rodilla, controlando el desplazamiento y la rotación de la tibia respecto al fémur.

Además:

  • Controla la rotación interna de la rodilla, especialmente en movimientos de giro o carga.
  • Aporta propiocepción, es decir, información al cerebro sobre la posición exacta de la articulación.
  • Facilita la estabilidad dinámica, permitiendo que los músculos se activen de forma coordinada en cada gesto deportivo.

Deportes con más riesgo de rotura
Las roturas del LCA son especialmente frecuentes en deportes que implican cambios bruscos de dirección, saltos, aterrizajes y desaceleraciones. Entre ellos:

  • Fútbol: giros con el pie fijo, frenadas, cambios de dirección y contactos.
  • Baloncesto: aterrizajes tras salto y pivotes rápidos.
  • Esquí: torsión interna de la pierna tras caídas o errores técnicos.
  • Balonmano y voleibol: saltos repetidos y frenadas a alta velocidad.
  • Gimnasia: aterrizajes forzados o desequilibrados.

 

¿Se rompe más el LCA en mujeres? Qué dicen los datos y qué vemos en consulta

Sí. Los estudios son consistentes: las mujeres tienen un riesgo significativamente mayor de rotura del LCA, incluso cuando practican el mismo deporte y al mismo nivel que los hombres.

En consulta vemos que este patrón se repite, y por eso la prevención es una parte fundamental del trabajo con pacientes y deportistas:

  • Mejoramos la técnica de aterrizaje y cambios de dirección
  • Reforzamos isquiotibiales y glúteos
  • Trabajamos propiocepción y control neuromuscular

Diferencias de incidencia entre hombres y mujeres

Hasta el 80% de las roturas de LCA ocurren sin contacto. En esos gestos (saltos, aterrizajes, pivotes) es donde aparecen los factores que explican por qué las mujeres tienen mayor riesgo:

  • Ángulo Q mayor: la pelvis más ancha incrementa la tendencia de la rodilla a ir hacia dentro (valgo).
  • LCA más pequeño y menos rígido, incluso ajustado al tamaño corporal.
  • Influencia hormonal: estrógeno y relaxina podrían aumentar la laxitud ligamentosa en ciertas fases del ciclo menstrual.

Deportes femeninos donde más vemos roturas de LCA

El riesgo es especialmente alto en deportes de salto, potencia y cambios de dirección como: fútbol, baloncesto, balonmano, voleibol, esquí y gimnasia.

 

Factores que aumentan el riesgo de rotura del LCA en mujeres

El riesgo femenino se debe a una combinación de factores anatómicos, hormonales, neuromusculares y relacionados con los gestos deportivos.

Factores anatómicos y alineación de la rodilla

Algunas características estructurales aumentan la vulnerabilidad del LCA:

  • Escotadura intercondílea más estrecha, lo que deja menos espacio al ligamento.
  • Ligamento de menor diámetro y rigidez.
  • Mayor laxitud articular, que reduce la estabilidad pasiva.

Laxitud, hormonas y ciclo menstrual: qué se sabe y qué no está claro

La investigación apunta a que el LCA responde a hormonas como el estrógeno y la relaxina.

Qué sí sabemos:

  • El LCA tiene receptores para estas hormonas y puede modificar sus propiedades en función del ciclo.

Qué aún no está claro:

  • Si estos cambios hormonales se traducen directamente en mayor riesgo de lesión.
  • Si afectan al ligamento, al control neuromuscular o a ambos.
  • Si la fase del ciclo menstrual condiciona realmente el riesgo.

Factores neuromusculares: control de rodilla, cadera y tronco
Las mujeres, de forma general, presentan patrones de activación muscular que pueden aumentar el riesgo:

  • Más dependencia del cuádriceps y menos activación de isquiotibiales.
  • Debilidad en glúteos, que influye en la caída de rodilla hacia dentro (valgo).
  • Menor control del tronco, lo que afecta a toda la cadena de estabilidad.

 

Gestos de riesgo: frenadas, cambios de dirección, saltos y aterrizajes
Las roturas suelen producirse durante:

  • Aterrizajes con rodilla extendida.
  • Cambios de dirección bruscos con el pie fijo.
  • Desaceleraciones repentinas.
  • Saltos sin control técnico.
  • Golpes directos laterales.

 

Cómo prevenir la rotura del LCA en mujeres deportistas

La buena noticia es que la prevención funciona, y mucho. Los programas más eficaces combinan fuerza, control neuromuscular y técnica.

Programas de prevención basados en fuerza y control neuromuscular

Se realizan 2-3 veces por semana, durante 15-20 minutos, normalmente integrados en el calentamiento. El objetivo es:

  • Corregir la dominancia del cuádriceps
  • Activar isquiotibiales y glúteos
  • Mejorar la calidad del movimiento

Trabajo específico de core y glúteo para controlar el valgo de rodilla

Fortalecer glúteo medio y rotadores externos de cadera es esencial para evitar que la rodilla colapse hacia dentro.

Si el valgo persiste, siempre recomendamos una evaluación personalizada.

Ejemplos de rutinas preventivas

  • Carrera progresiva.
  • Cambios de dirección con conos.
  • Saltos controlados y aterrizajes técnicos.

 

Recomendaciones para jugadoras, entrenadores y clubes
Para jugadoras:

    • 15 minutos de trabajo específico, 2-3 veces por semana.
    • Buena hidratación y nutrición.
  • Consultar ante cualquier dolor persistente.

A los entrenadores:

    • Convertir el programa preventivo en parte fija del calentamiento.
    • Controlar la carga semanal.
  • Supervisar la técnica en saltos y frenadas.

Destinado a los clubes:

  • Contar con profesionales especializados.
  • Realizar test funcionales periódicos.
  • Utilizar herramientas de monitorización si están disponibles.

 

Si ya ha habido una rotura de LCA: tratamiento y vuelta al deporte

Tratamiento conservador VS cirugía de reconstrucción

La decisión depende del nivel de actividad, la estabilidad de la rodilla y los objetivos deportivos.

  • «Copers»: mantienen buena estabilidad y pueden optar por tratamiento conservador.
  • «Non-copers»: presentan inestabilidad y suelen requerir cirugía.

 

Los objetivos de la rehabilitación en mujeres deportistas son: recuperar la propiocepción, mejorar la velocidad, agilidad y técnica de aterrizaje, y optimizar el control de tronco y cadera.

 

Riesgo de nueva rotura y cómo reducirlo al máximo

Re-rotura del mismo LCA y lesión en la otra rodilla

En deportes de alto rendimiento, el riesgo puede llegar al 20% en los primeros años. Por suerte, este riesgo puede reducirse si:

  • Se respetan los criterios de retorno al deporte.
  • Se mantiene un programa preventivo tras el alta.
  • Se entrena la técnica de aterrizaje y los cambios de dirección.

El trabajo preventivo no termina al volver a competir. Mantener la rutina es la clave para proteger la rodilla a largo plazo y evitar recaídas.

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