Periostitis tibial en corredores: cómo puede contribuir a lesiones de tobillo y rodilla

Correr es una de las actividades físicas más accesibles y beneficiosas para la salud cardiovascular y el bienestar en general. Sin embargo, también tiene sus riesgos si no se realiza con técnica, control y un plan de entrenamiento adaptado. Cuando el cuerpo no está preparado o se le exige demasiado, puede responder con señales de alerta. Una de las más comunes en corredores, tanto en principiantes como expertos, es la periostitis tibial.
En nuestra experiencia atendiendo a pacientes con lesiones deportivas, hemos observado que muchas de esas molestias comienzan con un síntoma leve que se subestima. Por eso, en nuestra unidad de traumatología deportiva trabajamos para prevenir y tratar lesiones desde la raíz.
¿Qué es la periostitis tibial?
La periostitis tibial es una inflamación del periostio, la membrana que recubre el hueso de la tibia. Esta estructura actúa como nexo entre el músculo y el hueso, y es extremadamente sensible al impacto y a la tensión mecánica. Cuando se somete a sobrecarga o estrés repetitivo, el periostio se inflama, generando dolor y rigidez, interfiriendo así en la práctica deportiva.
Esta lesión es frecuente en personas que practican actividades de impacto, donde los giros y apoyos constantes suponen una carga continua para la tibia.
También, puede aparecer en aquellos que realizan entrenamientos de alta intensidad o aumentan de forma brusca la frecuencia, duración o dificultad del ejercicio sin una progresión adecuada.
¿Cómo afecta la periostitis tibial en corredores?
En los corredores, la periostitis tibial no sólo provoca molestias locales en la espinilla, sino que también puede afectar la técnica de carrera y el equilibrio del cuerpo en movimiento.
Cuando aparece el dolor, el cuerpo responde de forma automática para proteger la zona afectada. Este mecanismo de defensa se traduce en ajustes sutiles pero significativos: acorta la zancada, reduce la fase de apoyo, y modifica la forma de impactar contra el suelo.
Es común también que el corredor descargue el peso hacia la pierna contraria, lo que obliga a esa extremidad a asumir mayor carga y compensar el esfuerzo. Esto desequilibra el patrón de movimiento natural y altera la coordinación intermuscular.
Síntomas de una periostitis tibial
Se manifiesta de forma progresiva, comenzando con una molestia leve que muchas personas ignoran. Sin embargo, reconocer los primeros síntomas es clave para evitar complicaciones a medio y largo plazo.
Los más habituales son:
-Dolor en la espinilla: es el síntoma más común. Se localiza en la parte interna de la tibia y suele aparecer al realizar actividades de impacto. En fases iniciales, el dolor surge al comenzar el ejercicio y tiende a mejorar con el calentamiento. Sin embargo, si no se trata, puede volverse constante y afectar incluso en reposo.
-Inflamación o sensación de bulto: Algunas personas notan una hinchazón leve o un pequeño bulto, especialmente en la cara anteromedial de la tibia. Este no siempre es visible, pero suele notarse al tocar la zona o aplicar presión.
-Rigidez al iniciar movimiento: Es frecuente sentir rigidez al comenzar a moverse después de un periodo de reposo. Esta molestia suele disminuir a medida que los músculos se activan, pero vuelve a intensificarse después del esfuerzo.
Causas de la periostitis tibial
Aunque influyen varios factores, existen algunas causas que aumentan el riesgo de desarrollar esta lesión. Estas son las más comunes:
-Aumento brusco en la intensidad o volumen del entrenamiento: una de las principales causas es la sobrecarga progresiva del músculo y el hueso. Esto ocurre cuando se incrementa repentinamente la cantidad de kilómetros, la velocidad o la frecuencia del ejercicio sin darle al cuerpo tiempo suficiente para adaptarse.
-Correr en superficies duras: correr habitualmente en superficies duras como el asfalto o el cemento, incrementa significativamente la presión que recibe la tibia en cada zancada.
A diferencia de terrenos más blandos, estas superficies no amortiguan el impacto, por lo que toda la fuerza de retorno se transmite directamente al hueso.
-Calzado desgastado o inadecuado: utilizar zapatillas deportivas sin el soporte adecuado, con una amortiguación insuficiente o ya muy desgastadas, compromete la correcta distribución del impacto al correr, obliga a las estructuras del tren inferior a absorber más carga de la que deberían.
Tratamiento de la periostitis tibial
El tratamiento de periostitis tibial debe adaptarse a cada caso, pero hay tres tratamientos que se consideran fundamentales para favorecer una recuperación eficaz y prevenir recaídas:
-Reposo relativo y reducción de carga: es fundamental disminuir o detener temporalmente las actividades de impacto. Esto permite que la inflamación del periostio disminuya y el tejido afectado comience a repararse.
-Actuación médica y recuperación funcional: el control del dolor y la inflamación puede incluir el uso pautado de antiinflamatorios, aplicación de frío local y, en algunos casos, el apoyo de técnicas complementarias que favorezcan la regeneración del tejido afectado.
-Fortalecimiento y readaptación muscular: una vez controlado el dolor, se debe trabajar el fortalecimiento de la musculatura implicada para restablecer el equilibrio funcional de la pierna. Mediante ejercicios progresivos se busca mejorar la resistencia del tejido y preparar la pierna para volver a la actividad sin riesgo de recaída.
¿Cómo afecta la periostitis tibial a las lesiones de tobillo y rodilla?
Aunque la periostitis tibial se manifiesta principalmente como un dolor localizado en la espinilla, su impacto va más allá de la zona inflamada. Cuando no se trata adecuadamente, esa lesión puede alterar la biomecánica del cuerpo y desencadenar un efecto en cadena que compromete otras articulaciones como el tobillo y la rodilla.
En el caso del tobillo, estas alteraciones pueden provocar inestabilidad, sobrecargas en tendones o esguinces por apoyos incorrectos. En la rodilla, el impacto puede traducirse en molestias en el compartimento interno, tendinopatías o problemas en la rótula sobre todo si ya existe una predisposición previa.
Consejos para prevenir la periostitis tibial
Prevenir esta lesión es posible si se tienen en cuenta algunos hábitos:
- Progresión en el entrenamiento: evita aumentos bruscos de intensidad o volumen. Da tiempo a tu cuerpo para adaptarse.
- Calzado adecuado: usa zapatillas con buena amortiguación y cámbialas cuando se desgasten. Puede ayudarte a prevenir desequilibrios.
- Calentamiento, estiramientos y fuerza: activa la musculatura antes de entrenar, estira después y trabaja ejercicios de fuerza para mejorar la estabilidad y el impacto.
-Escuchar al cuerpo es clave: la mayoría de lesiones por sobrecarga comienzan con señales sutiles. Ignorar el dolor puede derivar en complicaciones. Escuchar tu cuerpo es el primer paso hacia una práctica deportiva más consciente y duradera.
-La prevención es parte del entrenamiento: muchas veces, en los entrenamientos solo se piensa en avanzar sin dar importancia al calentamiento o al descanso. Prevenir lesiones debe formar parte de cualquier planificación deportiva.
-Detectar las primeras señales: acudir a profesionales especializados cuando aparecen molestias es fundamental. Un diagnóstico a tiempo permite iniciar un tratamiento eficaz, evitar recaídas y proteger otras partes del cuerpo.
Si sospechas que puedes estar sufriendo una periostitis tibial o llevas tiempo entrenando con dolor, no lo dejes pasar. Cuanto antes empieces un tratamiento adecuado, más rápida y efectiva será la recuperación.
En Artrocare, nuestro equipo de traumatología deportiva puede ayudarte a encontrar la causa real de tu molestia, guiarte en el proceso de recuperación y diseñar un plan personalizado para volver a entrenar sin dolor.
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